Objetos Inteligentes 

Objetos Inteligentes

Ahí donde se conecta un objeto real con el mundo virtual de la información en red, aparece un objeto potencialmente inteligente.

En un amplio sentido, se entiende como objeto inteligente todo aquel objeto físico natural, o artificial, que puede ser identificado mediante un recurso técnico, y que además, gracias a su interconexión con sistemas informáticos, puede desarrollar una serie de interacciones de complejidad creciente.

Hoy en día los podemos encontrar en aquellos objetos que están dotados de tecnologías como las etiquetas RFID (Identificación por Radiofrecuencia), códigos de barra, microprocesadores o materiales de última generación.

Esta web trata sobre el desarrollo de sistemas y nuevas redes, que podrían permitir en un futuro no muy lejano, la integración y gestión de todos los productos y objetos naturales.

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ROBOTS Y OBJETOS INTELIGENTES EN EL ESPACIO

 

Si debemos pensar en términos de tiempo, de planificación, de dinero y gente empleada, se podría decir que el proyecto Apolo no es precisamente nuestro logro más representativo como especie tecnológica.

De hecho, una de las hazañas más complejas de la historia de la técnica, aunque no la más osada, está por ahí arriba, girando sobre nuestras cabezas a unos cuatrocientos kilómetros de altitud.

Para suceder al de por sí provechoso Skylab, o a la extraordinaria estación MIR, a principios de los años noventa y mediante la firma de un acuerdo entre la NASA y la Agencia Espacial Rusa, fue posible fusionar los programas rusos y americanos para afrontar uno de los proyectos más complejos jamás intentados. La estación espacial internacional.

Esta estación espacial, que está ahora mismo girando ahí arriba, es el laboratorio espacial más caro y complejo de la historia de la humanidad. En este proyecto global trabajan 16 o más países y se realizan estudios de biología, medicina, física, tecnología de materiales, meteorología, y astronomía.

En noviembre de este año se harán los últimos retoques a la estación incorporando algunas piezas y módulos. Después de más de veinte años de espera, tendremos nuestra estación espacial terminada para que solo dure hasta el año 2020. Diez años.

Tenemos diez años escasos para recuperar el gasto que se ha hecho en treinta y cinco o más de esfuerzo de la industria aerospacial para llegar a donde estamos ahora. Dicho sea de paso, que EEUU abandonó su proyecto de supercolisionador de partículas para dedicar sus recursos a la ISS.

Pero ahora la crisis y la escasa liquidez financiera, han sacado a relucir problemas en la gestión de la tecnología.

Se están prolongando los esfuerzos del presupuesto de la NASA, aunque con tremendos y discutidos recortes, para mantener al menos, el funcionamiento de este notable laboratorio.(1)

Por desgracia, la herramienta más valiosa con la que contábamos, el increíble programa de transbordadores, (sin los cuales todo esto hubiera sido imposible), esta llegando a su ocaso.

Se dice que no existe dinero suficiente en este momento para mantener la flota de estos vehículos espaciales con sus capacidades completas por mas de un año.

Dejando de lado que se estima como ingente la pérdida de empleos por estos últimos recortes, subsistirá el problema de dar por retirados a estos venerables pero robustos orbitadores.

La agencia espacial Rusa se hará cargo del relevo, y quizás no notemos la diferencia y hasta haya algunos ahorros de importancia.

Llegado este momento, en que uno de los proyectos más destacados de la carrera espacial está llegando a su fin, y en descargo de la administración americana, debemos recordar también que otras iniciativas similares ni siquiera pudieron evolucionar.(2)

Pero quizás, la cuestión ahora, no sea el decidir como y cuando dar por jubilado a un proyecto innovador y exitoso, aunque caro, o si depender exclusivamente de la experiencia en sistemas de lanzamiento clásicos, económicos y menos pretensiosos.

Quizás la cuestión tampoco sea saber si es oportuno dejar el desarrollo de la tecnología espacial puntera en manos de compañías privadas, o esperar a que el guante del liderazgo espacial sea recogido por unos persistentes ingenieros de potencias emergentes, como la India, Brasil o China.

Estos casos hacen evidente, que si el dinero disponible para la planificación es el parámetro fundamental para la organización de una estrategia de desarrollo a largo plazo, entonces, en un mundo donde los recursos no son precisamente ilimitados, la ventaja estará del lado de quienes empleen mejor la creatividad, el profesionalismo y la entrega a un objetivo.

Como siempre ha sido en realidad…

No debe perderse de vista que las propuestas innovadoras pueden muchas veces, cambiar la perspectiva de la evolución tecnológica.

A este nivel, el desarrollo debería ser visualizado como un conjunto medios-objetivos.

Por ejemplo; para continuar con el proyecto de la estación espacial es posible que se intenten desarrollar cada vez mas las técnicas de acoplamiento y carga, mediante módulos robotizados, ahorrando costes y posiblemente, vidas humanas.

Dado que EEU y los países Europeos tienen experiencia en el desarrollo de la informática y la robótica, no es mala idea pensar en complementar su desarrollo en estas áreas con la experiencia rusa en materia de aprovisionamiento.

Se iría así por una senda más innovadora, donde la automatización y el control robótico jugarían un papel todavía más revolucionario en la conquista del espacio.

Nos evitaríamos tener allí arriba a astronautas y cosmonautas perdiendo su kit de herramientas, o despilfarrar recursos escasos en mantener a un turista espacial demasiado curioso.(2)

Se podría llegar a concebir, por ejemplo, que una serie de sistemas modulares robotizados, nos permitieran mediante manipulación remota, mantener en funcionamiento instrumentos y herramientas, por mucho mas tiempo que uno simples diez años.(3)

Es probable que sea necesario iniciar ya, una reconversión de la estación espacial a un modo de funcionamiento todavía más automatizado, y/o basado en el control remoto, y que permita el reciclaje de sus piezas.

Indudablemente la logística y la robótica, jugarán un papel destacado en la preservación de este Patrimonio internacional.

Pero debemos ir mas lejos en nuestras concepciones. Debemos saber a dónde queremos llegar, para saber por donde ir y con qué medios.

La utilización de micromódulos o satélites de construcción robot podrían permitir el autoensamblado en órbita de telescopios sincronizados, dispositivos de fabricación en órbita, o estructuras de mayores dimensiones; como estaciones de generación y transformación de energía, o laboratorios de seguimiento y control climatológico.(4)(5).

Esta técnica de autoesamblado robótico permitiría prescindir hasta el extremo, de la necesidad de mantener astronautas en órbita, con los costes y limitaciones que esto tiene.

En un futuro no muy lejano se podrían crear colonias colaborativas de microrobots autónomos o micromódulos orbitales inteligentes, destinados a tareas de construcción, reparación, transporte, mantenimiento, abastecimiento y reciclado en el espacio, por una fracción de los costes que hoy en día se emplean para desarrollar nuestro entorno espacial próximo.(6)

Es un paso lógico al desarrollo de los microsatélites. Dentro de pocos años contaremos con suficiente tecnología, conocimiento y disposición para desarrollar estos proyectos. (7)

Indudablemente las tecnologías de identificación como la radiofrecuencia y otras, serán allí parte esencial de los nuevos sistemas.